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Automática publica "El tren cero" de Yuri Buida
sep 1, 2013 Publicado por Mallorca Confidencial en Cultura

El tren cero llega por primera vez a los lectores españoles el trabajo de uno de los máximos referentes de la literatura rusa actual: Yuri Buida

Yuri Buida (Znamensk, 1954) es uno de los más importantes escritores rusos contemporáneos. Nacido en la región de Kaliningrado —antiguo territorio de Prusia Oriental, ocupado por las tropas soviéticas en 1945—, Buida desciende de inmigrantes de origen ruso, polaco, bielorruso y ucraniano. Sus obras otorgan un importante peso a cuestiones como la identidad, la pertenencia, la transitoriedad o a los maltrechos vínculos con el pasado. En su universo literario reaparecen los mitos fantásticos; por sus páginas desfilan suspicaces militares, enemigos del pueblo, locos visionarios, magos y extrañas prostitutas (que al mismo tiempo son agentes del servicio de inteligencia); la amenaza, los secretos y la muerte acechan tras cada esquina, pero su particular estilo rebosa una vitalidad y un humor feroces. Yuri Buida ha sido galar- donado con el prestigioso premio Apollon Grigoriev.

SINOPSIS: Cuando se construyeron el puente y la estación de ferrocarril en aquel lugar perdido, se creó a su alrededor una pequeña comunidad de colonos (Iván Ardábiev —conocido como Don Dominó—, Esther y Misha Landáu, Vasili, Gusia...). Las instrucciones eran claras: cuidarían del mantenimiento de la estación y constatarían el paso del único convoy que transitaría esas vías (todos los días, a la hora exacta, sin preguntas), el misterioso tren cero: dos locomotoras delante, cien vagones perfectamente sellados, dos locomotoras detrás. Origen, una incógnita; destino indeterminado; carga desconocida. Con el paso de los años surgirán las primeras preguntas, las dudas y los miedos que amenazarán la existencia de este pequeño mundo y sus frágiles certezas.

Los saltos que conducen la narración entre los estremecedores recuerdos de Don Dominó convierten El tren cero en una proeza literaria capaz de combinar un sobrecogedor realismo con onírico lirismo ("Balbuceaba, balbuceaba y se murió."). A pesar de que solo un intrascendente comentario sobre Lavrenti Beria, jefe de la policía y el servicio secreto soviéticos, proporciona la única referencia histórico-temporal de la novela, no es difícil advertir que nos encontramos ante un panegírico de todas las vidas pisoteadas y ninguneadas durante la represión estalinista, ante una parábola
aterradora y kafkiana sobre la obediencia ciega y la devoción al deber y a la madre patria.

El coronel se cuadró para saludar al tácito convoy, y mientras este se alejaba raudo hacia la noche, las lágrimas recorrían sus tersas mejillas, dos veces afeitadas.
—Eso es —articuló por fin, tragando saliva—. Así es. ¿Habéis visto? Pues ahí está la cosa. Que así sea siempre. Déjate el pellejo, mata si hace falta, haz lo que quieras, pero que este tren pase sin demoras, como la seda, a la hora exacta. ¿Está claro? —Se giró hacia Iván Ardábiev—. ¡Tú! ¿Lo tienes claro?

El aislamiento y el miedo ante lo que el tren cero pueda transportar van provocando que sus compañeros de estación pierdan la cabeza y huyan o busquen la muerte, pero Iván no conoce otra vida y rechaza abandonar su puesto incluso cuando el tren cero deja de pasar. Huérfano, el tren cero ha sido la única constante de su vida, a la que se aferró contra todo y contra todos. Hombre robusto, de acción, impetuoso amante de todas las prostitutas establecidas a lo largo de la línea que cada noche recorre el tren cero, Iván acabará sus días solo y viejo en su destartalado mundo, mientras recuerda, sin llegar a comprender jamás lo absurdo de toda su existencia.



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